Revolución Española

Revolución Española

El tag #spanishrevolution se ha convertido en trendin’ topic durante días

Lo que pedimos es muy claro: puede encontrarse en la sección de Propuestas de democraciarealya (cuando escribo esto han tumbado su website) y en esta cadena de mails. Por qué lo pedimos también es muy claro: pueden encontrarse los motivos en el amplio reportaje (Pre)parados de El País, en el documental Inside Job, en la carta de Susan George a la Comisión Europea, en nuestro mapa de corruptos, en el testimonio de quienes nacimos en España entre 1970 y 1985, con la desgracia de no poseer un apellido relevante ni amigos en el poder.

Quiénes somos es también muy claro: nuestra franja de edad va desde José Luis Sampedro(Barcelona, 1917) hasta los 5 menores de edad que han sido detenidos la noche del 15 de mayo en la Plaza de Sol; nuestras condiciones sociales y laborales son muy diferentes, cómo revela un seguimiento por Twitter de los TT españoles desde el día 15. Si todo esto está tan claro, ¿por qué las empresas de comunicación y los medios públicos continúan mintiendo sobre lo que pedimos, por qué lo pedimos y quiénes somos?; y ¿por qué la clase política vigente desaprueba nuestros actos?

En mi opinión, los medios mienten porque no entienden nada. Obviamente, sus informaciones obedecen a los intereses económicos de sus respectivas empresas o corporaciones, desvirtuándolas y deslegitimándolas. Pero eso ya lo sabemos todos. Lo que creo que pasa es más grave: hay un problema de referentes y de vocabulario compartido.

Los medios como RTVE, EL Pais, ElMundo, etc… son incapaces de narrar lo acontecido porque están desconectados de la sociedad civil. Es ridículo ver cómo buscan etiquetar enseguida a los manifestantes (jóvenes, antisistema, parados, estudiantes…), cómo se afanan en buscarnos un líder (Willy Toledo, un abogado burgués que se prepara para las oposiciones, Carlos Taibo…), cómo intentan narrarnos desde la retórica de retroalimentación que los ha alejado de nosotros acelerando su pérdida de relevancia como actores sociales. Es risible ver cómo intentan ahora identificar los problemas que nosotros conocemos desde hace tiempo, verbal y físicamente.

Es esperpéntico ver cómo insisten en hacer preguntas antiguas a situaciones nuevas, afanándose en un diálogo en el cual ni los sujetos ni los predicados de su algarabía nos conciernen. No creo que debamos esperar de ellos que aporten algo en sintonía con lo que está pasando. Más bien, creo que deberíamos pedirles que se dediquen a difundir lo que en Twitter se dice, sin alterar los documentos. Y también que no conviertan nuestra manifestación en algo confuso e impreciso, como están haciendo.

Sé que tal vez sea pedirles demasiado, porque no van a morder la mano de la corporación/empresa o poder fáctico que les da de comer. Pero es que a ellos esto también les concierne y, aunque sólo sea para asegurar su supervivencia, deberían darse cuenta pronto.

Los políticos, por su parte, desaprueban lo ocurrido porque entienden que esta lucha es contra ellos, no contra lo que representan. Es por eso que están asustados. Saben que no queremos otro sistema, que nosotros queremos democracia. Pero no la democracia de quienes dicen representarnos ahora ni tampoco el sistema democrático actual, que nos obliga a elegir a títeres de criminales financieros. Lo que queremos es poder decidir en los marcos en los cuales se toman las decisiones. Y si eso no es posible, crearlos.

Porque si hemos de servir a alguien, no queremos que éste sea a su vez un sirviente; si hemos de tener amos, queremos escogerlos y cambiarlos. No queremos ser empleados que escogen a su jefe de oficina o de su departamento. Queremos elegir al presidente de la fábrica. Porque es evidente que nosotros y no ellos somos la fábrica de la sociedad. Que eso se haya evidenciado no les gusta nada.

Estamos en una dinámica de lucha que no es eterna. Terminará. Pero lo importante es que, cuando termine, hayamos conseguido materializarla. Bien logrando algo que nos recuerde porqué hemos salido a la calle, por qué seguimos acampados, decididos a que el 15M no sea una manifestación más. Queremos o bien la aplicación de nuestras propuestas, o bien la creación de nuevas leyes e instituciones donde se exprese y pueda llevarse a cabo lo que pedimos. Y queremos cambiar el panorama social y económico que nos ha obligado a hacer esto.

El 15m debe haber supuesto el inicio de una ardua lucha hasta lograr que, efectivamente, ni seamos ni nos tomen por “mercancía en manos de políticos y banqueros”. El punto de partida para que algún día tengamos un presidente que crea que los españoles tienen derecho a decidir cuando se trata de algo importante y no sólo a ir a votar cada cuatro años unas listas plagadas de corruptos, vividores y esclavos de los poderes financieros.

Para que algún día España sea una democracia y deje de ser el sistema de demos contra cracia que es ahora. Para que, de una vez, se imponga la sensatez. Porque ciertamente lo que pedimos no es nada del otro mundo. Pedimos cosas muy concretas, muy obvias, de puro sentido común. Y hasta que no se materialicen nos tendrán protestando, bien en manifestaciones cada vez más multitudinarias o bien durmiendo en la calle. Continuamos la lucha.