“Yo también veía los dibujos mientras merendaba”
Sin duda alguna la educación sentimental de una determinada generación depende de las referencias culturales asimiladas durante la infancia. La televisión y los videojuegos son, para la generación de aquellos que nacieron más o menos por los años 80, una fuente inacabable de citas y relatos, de sintonías y personajes que saltan de repente para vincularnos o distanciarnos. Porque no era lo mismo reírse con Dr. Slump y las cacas de Arale que con el dulzón encanto de Los Fruitis.
No era igual acabarte el bocadillo de nocilla pensando cuándo leches iban a llegar al final de las doce casas del santuario Seiya y sus caballeros (eso sí que eran peleas, sangre y venganza) que sufrir por la llegada a meta de Willy Fog, ése intrépido león demasiado british como para meterse en una pelea a sangre que acabara de una vez con sus patanes rivales.
Pero todos tuvieron su momento. Todos guardan todavía, tras capas de cine y música adolescente, algo de aquel ver por ver que nos mantenía embobados delante de la pantalla. Y éramos en parte algo zombies, pero también éramos unos pequeños amantes del espectáculo bigger than life, al fin y al cabo ¿no era una evasión ver a los variopintos habitantes de la Villa del Pingüino o los mundos bizarros donde transcurrían Bola de Dragón y Fraggle Rock? ¡Viva la evasión!
Capítulo 2. (Casi) Todos los chicos guapos venían de Oriente.
Nada tenían que ver con los animales antropomorfos que protagonizaban la mayoría de las series (sobre todo las producidas en España) los guapos protagonistas de los animes japoneses. En ese primer grupo de animales estaba el pequeño pollito Calimero, el gato Isidoro, Las Tortugas Ninja… unos de mis preferidos eran Los Osos Gummi (y su jugo de Gommi-bayas). Espinete, el erizo campechano (Don Pimpón nunca sabremos qué animal era). Caso aparte merecen el androide Inspector Gadget (y su genial gadgetogabardina) y las pequeñas criaturas como Los Pitufos, Los Snorkels y Los Diminutos.
Un león y un perro muy apuestos eran Willy Fog y Sherlock Holmes, pero ninguno de ellos podía compararse a Goku adulto y los suyos. Por ejemplo Trunks y Yamcha (el guapo más olvidado) eran valientes y bellos por igual. ¿Y qué decir de la belleza melancólica de Hyoga, el caballero del cisne, y el encanto oriental de Shiryu, el caballero del dragón? Oliver y Benji eran más niños y estaban menos cachas, pero me consta que también tenían sus fans. También era guapo, y muy gracioso, Ranma. Y al otro lado del Atlántico, Hank, el rubio arquero de Dragones y Mazmorras…
Capítulo 3. Malos y secundarios de lujo.
Ya se sabe, un buen héroe tiene que tener al lado un buen villano. Recordemos al Cardenal Richelieu, inteligente y perverso, intentando hacerle la vida imposible a Dartacán y los tres mosqueperros. También el brillante ojo del malvado Transfer, empeñado en que Willy Fog y Romy (esa presumida insufrible) no llegaran a meta. Acento andaluz tenía Tico, inseparable compañero de andanzas de Rigodón (y Gazpacho, la piña de Los Fruitis).
Sin rasgos definidos se nos mostraba la mano mecanizada del Dr. Gang, pura metonimia de la maldad, el rival del despistado Inspector Gadget. Moriarty, de Sherlock Holmes, Pierre Nodoyuna y su perro Patán, de Los AutosLocos, y Gargamel, pertenecían, como muchos de los anteriores, a esa estirpe de malos algo lerdos, derrotados una y otra vez en cada capítulo. Torpes eran también los malos de Érase una vez la vida, cuya peculiar fisonomía era igual tanto cuando eran personas como cuando eras virus. Un gran marginado era Shun, el más frágil caballero del zodiaco. También aquel ¿dinosaurio? llamado/a Poti Poti, de Los Aurones.
Gatchan y la señorita Yamabuki, de Dr Slump, eran muy divertidas. El excitado duende tortuga (Follet Tortuga para los que la vimos en catalán) y Krilin, el amigo por antonomasia de Bola de Dragón. El viajero tío Matt de Fraggle Rock y sus postales (¡y la montaña de basura, aquel vertedero de sabiduría con anteojo!). Pepita pulgarcita y Chema el panadero, de Barrio Sésamo. El pastorcillo Pedro, amigo de Heidi (y Clara). Elisa, la esposa de David el Gnomo…así hasta casi la eternidad.
Capítulo 4 . ¿Pero estos niños ya no leen?
Hijos de la posmodernidad. Eso somos. Conocemos muchos relatos literarios a través de la inserción que la cultura popular, en este caso la televisión, ha hecho de sus estructuras narrativas en las tramas de las series animadas.
Akira Toriyama, creador de Bola de Dragón y Dr.Slump, se basó para la creación de la primera en una obra clásica de la literatura China: El Viaje al Oeste. La estructura mitológica de aventuras y las referencias a uno de sus protagonistas (El Rey Mono, de ahí la cola de Goku) están presentes en el germen inicial de Bola de Dragón. También Willy Fog y el anime Sherlock Holmes adaptaban al mundo animal La vuelta al mundo en 80 días, de Julio Verne, y las aventuras del detective de Sherlock Holmes de Sir Arthur Conan Doyle, respectivamente.
Los Trotamúsicos se basaban en un cuento de los hermanos Grimm. Dartacán y los tres mosqueperros hacía cómicas las aventuras de los tres mosqueteros creadas por Alejandro Dumas en el siglo XIX. Incluso el avaro Tío Gilito de Patoaventuras (en inglés Scrooge Mcduck) se basaba en el archiconocido Ebenezer Scrooge, viejo rico y codicioso creado por Charles Dickens en Cuento de Navidad. Y no olvidemos la adaptación a dibujos del Quijote, ni las lecciones de mitología griega y nórdica de Los Caballeros del Zodiaco.
Capítulo 5. Opening y Ending (o la canción para niños como nuevo género musical)
Se daba en muchas ocasiones, sobre todo en el anime japonés: el Opening era vigoroso, enérgico y animado, mientras que el Ending era melancólico, más reposado e intimista. Así lo demuestra, por ejemplo, Bola de Dragón y Dr. Slump (magníficas las letras en su doblaje al catalán), La vuelta al mundo de Willy Fog, Las mil y una Américas (estas dos últimas, obra de Mocedades). Y es que cada una de aquellas canciones se ha convertido con el tiempo en una magdalena de Proust con la que volver atrás para retroalimentarse de nostalgia.
¿Quién no recuerda al grupo infantil Los Dulces cantando Dragones y Mazmorras?. ‘¿O el opening de Oliver y Benji, Los caballeros de Zodiaco, Érase una vez la vida o Los Fruitis? ¿Y el de Fraggle Rock, Musculman, Heidi, David el Gnomo o Mofli el último koala? Y claro Sherlock Holmes. Y Los Osos Gummi. Y El Quijote y Sancho…haced click en los hipervínculos y recordad.
Capítulo 6. Mamá, ¡me gustan las peleas y la sangre!
¡¡Su líder era una rata gigante!!
Mi madre siempre censuraba el hecho de que me gustaran más las series donde había más porrazos y puñetazos que aquellas en las que la historia en sí se relacionaba con el mundo de la fábula, algo más didácticas y correctas a sus ojos. Entre las primeras, estaban, por supuesto Bola de Dragón (Goku vs Freezer, menudo combate) y Los caballeros del zodiaco (meteoros de Pegaso, cadena de Andrómeda, puño del Dragón…) Pero también Ranma ½, Las Tortugas Ninja, Musculman y Dragones y Mazmorras (estas últimas, con peleas más simpáticas y graciosas).
Se trataba, en el caso de Bola de Dragón y Los caballeros del zodiaco, de series más complejas, ya que alternaban en un mismo episodio varias tramas. Eran más juveniles que infantiles, y sí, había violencia, pero también eran increíblemente imaginativas y atrevidas, épicas en el sentido de que nos proporcionaban una aventura que duraba decenas de capítulos. Entre las series mejor vistas por mi madre estaba David el Gnomo, y su trasfondo familiar y de justicia ecológica.
También había algo de ecología y altruismo en Mofli, el último koala. Y en Los Fruitis y Los Pitufos. También, de una manera más distinta, y subrayando la amistad, en el mundo alegórico de Fraggle Rock (¡esos pequeños Curries, qué trabajadores!) y Barrio Sésamo. Y mención aparte merece Érase una vez la vida. Seguro que más de uno cuando se hace un corte y sangra, todavía visualiza a esas juguetonas plaquetas apilándose unas sobre otras.